noviembre 27, 2009

feliz día, cualquier día


Ayer, pensaba escribir sobre lo ineludible, o el destino, pero sin qué decir, dejé todo……………………………………………………………………, hasta hoy en que pensé continuar pero de pronto hube que salir de donde estaba, y así sucedió: la lluvia delgada me esperaba y mientras corría, escapando de no sé quién, -tal vez de nosotros- me acribillaron pequeñas partículas de agua transparente, me dieron en la cabeza, en el corazón y yo queriendo olvidar el milagro que amo, no resistí, decaí y pensé en olvidar, traté de entender que no puedo controlar casi nada, por ejemplo la lluvia cae porque tiene que caer, y en las mañanas sus cabellos se acomodan sobre su rostro de tal manera que parece que le acariciaran, todo por que sí, sin ninguna explicación, así yo misma me desguarnezco cuando me entero que aun está ahí, con ganas de quererme, no solamente con la ilusión sino también querernos mirándonos a los ojos o sintiendo el nerviosismo en la piel, es por eso que siento que todo se me va de las manos.
Lo veo quemándose en mi interior y pienso que el porvenir no existe, esa imagen me asusta porque hoy precisamente llueve y tal vez otra vez el cariño se evapore y esta vez no vuelva.

Me asfixia esto que sé: que lo que podría ser, no será. Me asfixia saber donde está.

Sigue la lluvia que el viento convierte en llovizna y se ha desprendido la última hoja de otoño con la que he tropezado y he caído con tanta fuerza que quizás no pueda levantarme, aunque la lluvia con ese suave frio soplo, la mágica diminuta hoja sean milagros que amo, continúen.
Quizás mañana si, pueda hablar del destino, aunque ya no sé para qué.

1 comentario:

Antonio dijo...

respira, respira, respira... ♫♪