febrero 17, 2010

.

He dejado de escribir por dos motivos: el primero: mi soledad intermitente y el segundo mi intermitente soledad. No encuentro motivos ni respuestas, todas mis sensaciones transmutan en un diagrama sin comienzo ni final. Mis palabras se ofuscan como ventisca de alta mar, mis ideas son volubles y la sensación de bienestar es utópica. Presento algún cuadro de hipertrofia y Febrero es el mes para desembocar en mi misma. Las alternativas de recuperación forman parte del listado de diagnósticos llenos de tabúes que mantienen a mis trombocitos articulando ideas en pro de la cura. Es la edad, configurados para todos los status y la necesidad de respirar en las espectaculares novelas de Shakespeare, que sin dudas es mi mentor, aun así el después de muerto haya dilapidado tiempo en mis majaderos escritos.

Me sumerjo en mi cura perpetua: Un buen libro