diciembre 02, 2009

Madrugada


Me desespera no saber que contarte a esta hora de la madrugada. Quisiera decirte que mi ventana iluminada no da luz a nadie y el frio que se arrastra es el recuerdo que se me ausenta por aquello que aun no he vivido, nada llena mi soledad salvo el miedo al péndulo que persigue mis horas que terminaran en un pozo que explotará al amanecer.



En éste instante me he quedado tan vacia y todo –es decir nada- a escapado de mi, tal vez por eso no tengo qué contarte, pero te diré que tienes que saber que a veces tengo un remolino en el pecho, no por elegir, sino porque las circunstancias te eligen siempre y precisamente a ti.



Tú que sabes! Me dirás, pero puedo contarte que la ciudad duerme y que los gatos repasan los techos, también ellos se funden luego de una pequeña agonía, un día de estos todos iremos a refugiarnos en tu habitación, llenaremos las paredes de historias y también colgaremos nuestra desesperanza.

Ojalá mañana no me desespere tanto y pueda contarte que lo de hoy fue culpa de la borrasca.

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