diciembre 01, 2009

(Sin asunto)


Le he puesto nombres a la nostalgia sin que se diera cuenta: Mario Emilio, que quise una vez, se marchará, y así fue, se marchó, porque sin sospecharlo yo, le había puesto alas, pero Mario Emilio me es fiel, se ató a mis sentimientos con sus ganas, pero a veces se estira tanto –porque así yo lo quiero- que casi no le logro ya verle ni siquiera sus emociones, en cambio otras veces cuando le quiero cerca regresa con tanto ímpetu, veloz y luminoso para repasar sus dedos sobre mi rostro, él dice que para sentirme real y autentica y yo ya no sé, tal vez en ese instante sólo estoy soñando.



La desesperación a veces me visita fingiéndose Mario Emilio y me doy cuenta ya luego de que anudara mi garganta, me exprimiera el pecho y me golpeará en el plexo solar, -sí, ahí mismo donde a veces habitan los amaneceres- pero feliz o infelizmente mi resignación lo espanta y se larga cabizbajo.



Cuando Mario Emilio y yo estamos a solas él me cuenta sobre sus obsesiones que dice siempre le frustran. Según le entiendo le gustaría trascender el tiempo y es el espacio, pasar a otra dimensión conmigo, quiere decir: volver a los lugares donde no estuvimos, o llorar y reír en la vida que no tenemos, así superar el ordinario que hacer de los seres humanos, precisamente sintiéndonos más humanos, aunque mi consentimiento sea tácito, yo le susurro al oído: sí, cariño.



Mario Emilio sin mi es inconsistente y temo que si abro los ojos se desintegrará como los dientes de león en los que tanto suelo pensar.



Tengo sueño, y Mario Emilio tiene que saber todo lo que siento por él, sin tiempos ni espacios o de cualquier modo.

1 comentario:

éter dijo...

Que bonito!
debe de ser bien interesante estudiar las plantas! sobre todo las alucinógenas! jaja

See ya!